22.8.08

Mayor movilidad y menos barreras

Una estampa tan común fuera de nuestras fronteras como la de un perro montado en un autobús público o en un tren es muy poco frecuente en nuestro país. Cuando se constriñe a los animales de compañía al ámbito puramente doméstico, se reduce la oportunidad de disfrutar de su compañía al 100%.
Acudir al veterinario, irnos de vacaciones o visitar a un familiar son acciones que encuentran serios obstáculos en cuanto nuestra mascota sale del umbral del hogar y debe recorrer una distancia considerable. La falta de sensibilidad por parte de las diferentes administraciones obliga a recurrir al transporte privado en numerosas ocasiones con el fin de trasladarnos con nuestro mejor amigo de un lado a otro.
El 80% de los propietarios de animales de compañía considera que las medidas impuestas por la normativa existente resultan discriminatorias y limitan la libertad de movimiento. Así lo ha recogido la Fundación Affinity en un estudio que ha tomado como base 3.000 encuestas realizadas a personas orgullosas de vivir bajo el mismo techo que un perro o un gato.

Voluntad de cambio

La campaña 'Aquí sí' de Affinity ha demostrado que, si bien hace una década sólo un 39% de los dueños mostraba un interés real por acudir con su animal doméstico a hoteles, centros comerciales, redes de transporte público, etc., actualmente este porcentaje asciende hasta el 82%. En este sentido, vemos como, poco a poco, el perro y el gato han pasado de ser un mero entretenimiento al llegar a casa a considerarse como un miembro más de la familia que participa de nuestra vida activamente.
Cariño, amistad y, sobre todo, compañía. Son sólo algunos de los beneficios que reporta la experiencia diaria con una mascota. Sin embargo, esta relación puede ser aún más gratificante si determinadas barreras sociales desaparecen. Dormir en una habitación de hotel o ir de compras con nuestro compañero canino o felino son posibilidades que aún no han sido fomentadas lo suficiente, un hecho que 9 de cada 10 encuestados califica de impropio de un país desarrollado.
Ante el hermetismo de las instituciones, sorprende la absoluta predisposición de los amos: 8 de cada 10 encuestados muestra su deseo de poder acceder a los autobuses, 7 de cada 10 desean lo mismo en los trenes de corto y largo recorrido, así como el metro y el taxi, y a 6 de cada 10 les gustaría que en comercios y restaurantes fueran más condescendientes. Por otra parte, existe el compromiso por parte de más del 90% de la ciudadanía de respetar ciertas normas para acceder a estas ventajas, tales como llevar a sus canes con bozal y correa, y a los gatos en su correspondiente transportín, así como portar la cartilla de vacunación en regla.

Vacaciones con mascota

Hay que tener en cuenta que la carencia de facilidades insta a buscar otras fórmulas para asegurar su bienestar, tales como recurrir a casas de familiares y amigos o alojarlo en alguna residencia. Aquellos que se van de vacaciones sin desprenderse de su mascota, suelen alojarse en segundas residencias, es decir, no abandonan el plano privado; o en casas de alquiler donde permitan animales, así como en casas rurales y campings, ámbitos donde se suele ser más permisivo con las mascotas que en los hoteles.
Todos estos años de prohibiciones han aumentado el nivel de resignación de las personas consultadas, pasando de un 43% en 1995 a un 79,3% hoy en día. Sin embargo, el 85% coincide en señalar que la utilización de transportes públicos urbanos e interurbanos aumentaría considerablemente si se eliminara el veto a las mascotas. En general, existe una mayor conciencia sobre las privaciones a las que son sometidos los propietarios responsables en espacios públicos y la necesidad de que los organismos con capacidad de decisión promuevan una mayor participación de la mascota en la sociedad.

(Fuente: mascotasyhogar.com)

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